En los últimos años, la evolución del precio de la electricidad ha motivado una intensa preocupación social y actuado como elemento distorsionador de la economía. En esta situación, la creciente utilización de instalaciones fotovoltaicas, que está batiendo récords, podría contribuir a un cambio de tendencia. Ejemplos como el del estado de California en EE. UU. dejan claro que es posible contener la escalada y, a la vez, cubrir la demanda.

Fluctuaciones desde 2010

 

En los últimos diez años, se ha producido una evolución claramente diferenciada en dos fases. Más concretamente, si nos remontamos unos 13 años, en el periodo desde 2010 a 2020 hay una cierta estabilidad, con ligeras fluctuaciones. Los mayores registros se encuentran en 2018 con 64,37 euros por megavatio-hora.

Es a partir de 2021 cuando se produce una escalada sin precedentes. Prácticamente, se triplican los precios, llegando a picos en los que se multiplican por cinco o seis. El máximo se alcanza en marzo de 2022, con 294,3 euros por megavatio hora. Posteriormente, en agosto de ese año, encontramos otro pico de 252 euros. Por otra parte, enero de 2023 registró los más bajos desde 2020, con 89,9 en euros por megavatio hora, pero febrero volvió a subir a los 143,8 euros.

evolución precio eléctrico

El sector eléctrico desde la Ley 54/1997

 

Para explicar el incremento de los precios mayoristas y su repercusión en la factura, es bueno contextualizar repasando la transformación del sector eléctrico. En España, fue un mercado monopolístico hasta 1997. Entonces se aprobó la Ley 54/1997 de 27 de noviembre, que propició una liberalización parcial. Como resultado, los ámbitos de generación y comercialización tuvieron margen para la competencia. No ocurrió lo mismo con los del transporte y distribución, que siguieron estando regulados por el Estado.

Actividades fundamentales

 

Las actividades fundamentales son la generación, la comercialización, el transporte y la distribución. Para la primera se utilizan técnicas como la producción de energía nuclear, hidráulica, fuel-gas o carbón. En ese mix eléctrico cada vez tienen más peso las energías renovables, como la fotovoltaica o la eólica.

Respecto a la comercialización, antes de la liberalización el suministro era competencia de unas distribuidoras fijadas por la Administración. Ahora existen dos tipos de comercializadoras: las del mercado libre y las del mercado regulado. Estas últimas ofrecen una tarifa denominada precio voluntario para el pequeño consumidor (PVPC), que da acceso al denominado bono social de la luz.

En cuanto a la distribución, hay empresas reguladas que se encargan de la instalación y el mantenimiento de la red. En cuanto al transporte, de acuerdo con la Ley 17/2007 de 4 de julio, del sector eléctrico, lo realiza en exclusiva la Red Eléctrica de España (REE).

Cómo y por qué cambia el precio de la electricidad

 

Entonces, ¿es la configuración sectorial la causa de las grandes fluctuaciones? La realidad es que hay muchos condicionantes. El Operador del Mercado Ibérico de la Energía (OMIE) es la entidad encargada de fijar cada día los precios de la electricidad. Esta autoridad gestiona los mercados eléctricos en España y Portugal.

El pool eléctrico es el mecanismo que se utiliza para ello, mediante un proceso de casación entre la oferta y la demanda. Funciona al estilo de una subasta por horas, que se regula entre las generadoras y las comercializadoras. Sumado a esto, se introducen tarifas y costes de transporte y distribución. Lo que se paga por la electricidad se mide en kilovatios hora (kWh).

Factores coyunturales que han influido en las subidas

 

¿Qué ha impulsado las subidas experimentadas desde 2020? En ese periodo, ha habido varios factores que han determinado la evolución. Entre ellos están los siguientes incrementos, con un impacto que ha variado:

  • Precio del gas.
  • Costes de las materias primas.
  • Precios de los derechos de emisión de CO₂.
  • Demanda por parte de los consumidores.

Un análisis detallado requiere hacer alusión a factores como los precios del gas, los derechos de emisión de CO₂, peajes, cargos o impuestos en cascada. Toda esa estructura de costes se ha visto condicionada por circunstancias coyunturales. Una de las principales, aunque no la única, ha sido la guerra en Ucrania, que ha colocado a Europa al borde de una crisis energética. Ha sido uno de los desencadenantes del aumento del precio del gas, que es la materia prima que usan las centrales de ciclo combinado.

Otra ha sido el encarecimiento de los derechos de emisión de CO₂. Esto precisamente fue lo que causó la escalada de precios mayoristas entre diciembre de 2020 y junio de 2021. En España, además, se da la particularidad de que los sistemas de fijación de precios minoristas han provocado un incremento aún mayor.

El efecto estabilizador de la fotovoltaica

 

Cada día queda más patente la capacidad de las renovables para influir en el abaratamiento de la energía. Por ejemplo, en abril de 2023, el incremento de la producción fotovoltaica propició una intensa caída, ayudada por gas accesible y una demanda energética contenida. Tal es el efecto regulador a la baja de las renovables que se han dado jornadas de 2023 con cero euros el megavatio hora.

El ejemplo de California

 

Los ejemplos de áreas del mundo en las que se ha potenciado el uso de las renovables son cada vez más numerosos. California, en Estados Unidos, es un referente en la instalación de placas fotovoltaicas, sobre todo en planicies desérticas del sur.

El hecho de que se haya logrado abaratar la factura eléctrica en algunas jornadas da una idea del potencial de estos recursos. Prueba que las energías limpias contribuyen a hacer más accesible la electricidad.

La transición verde se abre paso gradualmente y transforma el mix energético. Esto ha provocado ya bajadas sustanciales en lo que se paga por la electricidad, como también ocurrió en abril en España.

De hecho, California ya ha logrado funcionar, aunque por ahora solo algunos minutos, únicamente con energía renovable, como la eólica, la geotérmica o la fotovoltaica.

Es muy complicado predecir la evolución del precio de la electricidad, pero todo parece indicar que es posible contenerlo. Hacerlo requerirá planificación, estrategia, coordinación, innovación y mucho acierto por parte de la sociedad en su conjunto para alinear esa meta con la sostenibilidad. A eso se sumarán condicionantes geopolíticos, que son impredecibles.

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